Imagen tomada de SVG Silh. |
Mi unicornio azul
ayer se me perdió,
no sé si se me fue,
no sé si extravió.
Silvio Rodríguez
Mi unicornio no se ha ido, si bien hace mucho tiempo que procura estar poco tiempo en casa y pasa la mayor parte del tiempo en ella pastando enfrente de la televisión. Tampoco se ha extraviado, pues algo hay en este espacio que lo atrae, que lo llama desde lejos con un susurro tan bajo que solamente él puede escuchar y entonces camina de regreso, podría decirse que sin voluntad, siguiendo la curva del espacio-tiempo que lo trae de regreso, casi por inercia. El misterio es entonces mayor, porque si no se ha ido y no se ha extraviado, ¿cómo es que no está?
Tal vez todo se deba a su naturaleza paradójica —su ser y no ser, estar y no estar, verdadero y falso, positivo y negativo— que lo hace imaginario. Estiro mis manos para acariciarlo y parece escabullirse, pero sigue ahí; le canto y me escucha, pero no lo hace; a veces lo huelo y siento que me mira, pero cuando volteo veo solamente su sombra pastando frente a la televisión. La sombra de mi unicornio que es mi unicornio, que no tiene olor ni mira, que está y no está.
A veces trato de enfrentar la situación y le pido que platiquemos. Entonces me mira, por un infinitésimo de tiempo, para luego desaparecer enfrente de mí, sin dejar de estar, sin dejar de ser mi unicornio. Otras veces me enojo y me pregunto, ¿para qué quiere uno un unicornio? Entonces me imagino que lo dejo, pastando flores frente al televisor, y me acuesto a su lado sin verlo y sueño con él, que al final viene siendo lo mismo. La mayor parte de las veces me deprimo y entonces la casa se oscurece y el cielo se nubla y llueve por días. Entonces mi unicornio regresa, en un día soleado, con su cuerno brillante y su cola flotando en el aire y la paradoja se repite una vez más, una y otra vez, hasta el día que me quedo sin más fuerzas que para llorar y pedir un poco de clemencia.
Es entonces cuando mi unicornio deja sus flores y la televisión y me mira otro infinitésimo de tiempo y yo siento que me toca, sin tocar.
Mi vida se compone solamente de infinitésimos. Lo demás es ilusión.
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